miércoles, 14 de febrero de 2018

2 de la mañana

Emi,
En la noche cuando no puedas detener a tu corazón,
que gotea como un grifo de agua,
acuérdate que eres como un barrio de árboles dorados.
Como un atardecer anaranjado.
Y que tus ojos, que tus ojos son como la taza té que me tomaría un día oscuro.


Kilómetros

Mañana nos vamos al parque nacional Queulat. Es nuestro último día en cama. Coyhaique nos abrazó. Ha sido lindo, hemos recorrido kilómetros eternos en bicicleta, bajadas liberadoras, que te llenan de aire el pelo, que te hacen gritar y reír de felicidad porque estás tan libre de verdad. Fue la última pendiente en bajada, que duró un diez minutos, que solté completamente los frenos de la bici y pensé: "si es que me muero aquí, será en los paisajes más lindos que he latido, en la velocidad exacta para que vuele todo en mi." Iba tan rápido que si algo me frenaba iba a morir y volaría. En mi cabeza me imaginaba esa situación mucho más poética de lo que se pudo haber visto. Volar... todo lo que esa palabra significa. La mayoría del tiempo me da mucho miedo morirme. Suelo superar mis miedo cuando grito en mi cabeza, como gritaba teniente Dan de "Forest Gump" en la tormenta de mar, en el mástil del barco: "Esto es todo lo que tienes?!" Le gritaba al mar. Le pregunto a las cosas que me dan miedo eso, por ejemplo a la oscuridad, sé que puedo más y me desafío hasta que ya no me de miedo. Casi siempre termino corriendo de miedo porque no doy más, soy muy cobarde, pero a la vez me siento fuerte porque he superado el miedo a ver luces que no existen. Entiendo mis miedos y me abrazo, me hago nanai, me quiero y repito ininterrumpidamente que "aun estoy bien."
Veo luces que no existen desde que tengo memoria. No estoy loca, solo es.

El martes fuimos a Puerto Aysén y de Puerto Aysén a bahía acantilada. Es un lago hermoso, con las montañas nevadas encima tuyo. Nos tocó justo un día despejado y hacía mucho calor. Nos bañamos harto rato jugando con la cámara acuática que me regaló mi papá. La Emi se puso barro en la cara y le copié, estuve harto rato pensando si me sumergía entera o no, hasta que lo hice y fue tan rico. Me daba susto que me atrapara el monstruo del lago, pero se me pasó en cuanto me sumergí. Nos tuvimos que ir rápido si, porque el bus salía en una hora y estábamos a media hora del terminal. Me dieron ganas de llorar como una niña cuando nos tuvimos que ir. Hacía tanto calor y era de los lagos más lindos en los que he estado, quería tanto seguir nadando ahí y pasar la tarde sumergida en el agua. Me sentí como una niña de 3 años cuando nos fuimos, pero no dije nada, fui madura y comí un bonobon.

Mañana partimos a Queulat y luego hacia el norte, nuestro último lugar va a ser Cochamó, luego partimos a Santiago. Extraño Santiago de cierta forma, ser parte de la locura fugaz. Me gusta, pero me aterroriza volver. Mi cabeza pertenece allá, mi corazón y todo el resto de mi cuerpo aquí, con el viento que nos canta canciones de alamos.

sábado, 10 de febrero de 2018

Pensamientos de hoy en Coyhaique

Cuando me muera
quiero que me coman
las mariposas azules
en paisajes verdes
donde nací y morí mil veces.
Cuando me muera,
me va a dar miedo olvidar
y no olvidar.
Quiero que tiren la mitad de mis cenizas a los ríos 
que han sabido odiarme y amarme.
Y mi otra mitad al paisaje verde 
que supo 
como arena movediza 
secuestrarme.


Pierdo la cabeza
para perder las palabras
y llegar al cuerpo.

Hoy anduvimos en bici por Coyhaique. Fue de las cosas más hermosas que he visto en mi vida, pero aun hay cables. 


El sur y su cielo, que me trague mil veces para saber andar. 




35 horas en Queulat

Jueves 8 de Febrero: Nos subimos al Barco Queulat. Es una barcaza que va desde Quellón, la puntita de Chiloé, hasta Puerto Chacabuco, entremedio para en varios puertos e Islas. Nos subimos con dolor de guata de no poder sostener la felicidad. Recorrimos todo el barco antes de instalarnos.
Habían varios lugares para estar. Estaba primero el salón central que era donde estaban todos los asientos, el baño, las duchas y ventanas. Atrás estaba la cafetería, las cosas que vendían eran exquisitas y baratas, el primer almuerzo fue arroz con carne y la Emi pidió sopita y papas duquesas con nuggets de pollo. Estaba todo exquisito. Atrás de la cafetería había un lugar para estar afuera, con sillas, barandas obviamente y más escaleras para subir y poder ver más el mar. Era increíble. Pasamos por paisajes que no olvidaré nunca. Atardeceres y amaneceres increíbles que llenaron todo mi corazón de magia y vida. Con el viento se fueron los pensamientos que pesan, no cabían entre tantos suspiros de felicidad.
Unas tres horas después de que el barco zarpó, empezaron las turbulencias barquísticas. Estábamos en la cafetería descansado y mirando el amor de una familia jugando cartas, las chiquitas se gritaban y se mataban de la risa culpandose una a la otra de tramposa y el papá riéndose también, pero casi siempre serio porque creo que le daba susto el vaivén de las olas. De pronto hubo una ola gigante, me asusté mucho y le apreté demasiado fuerte la mano a la Emi, siempre hago lo mismo, me siento pésimo cuando lo hago pero no me doy cuenta. La ola fue gigante. El barco se balanceaba de un lado a otro, en las ventanas se veía como subía, subía y subía hasta que se lograba ver todo el cielo por la ventana, después caía muy fuerte a lo profundo de la ola y la ventana se veía como cambiaba a solo mar. Le dije a la Emi que mejor nos fuéramos a nuestros asientos. En la cafetería se movía todo de un lado para otro y me daba mucho más susto. Me senté al lado de una señora muy simpatica, era Marina. Le pregunté si no le daba miedo y me dijo "esto no es nada, el mar está tranquilito." Cuando me dijo eso se me alivió un poco el corazón porque supuse con mayor razón que no nos íbamos a hundir. Cuando la gente se paraba para ir al baño o para trasladarse de asiento, siempre estaban a punto de caerse. Yo intenté ir al baño y choqué con un poste. Luego de un largo rato de susto, el vaivén se volvió rico, nos dió sueño y la Emi durmió, yo también pero acto seguido, me desperté con la ola más grande y de nuevo le apreté la mano a la Emi. Le pedí perdón y la señora del otro lado se reía de mi, pero era muy amable. 
Pasamos la noche entre puerto y puerto, cada vez que llegaba a uno prendían las luces, entonces me desperté muchísimas veces. La señora de mi lado se despidió a las tres de la mañana y nos deseó un buen viaje, su sonrisa era real y me acordaré con mucho cariño de ella cuando recuerde este viaje. 
El día siguiente la Emi durmió hasta las 11 mas o menos, yo me quería despertar para ver el 
amanecer, pero me quedé dormida y apenas me desperté, a las 8 de la mañana, fui corriendo para afuera. Seguía el cielo con toques de noches, las nubes dormilonas, el viento cantando canciones, el mar tranquilo y sano. Fue de los silencios que te gritan para que te des cuenta que por estos momentos estas viva. 
Pasamos el día dando vueltas, ansiosas por llegar a Chacabuco. Nos dieron las 7 de la tarde más o menos, llegamos a Puerto Aguirre, es una isla hermosa, con como 30 casitas máximo, una torre como si fuese un faro y muchísima vegetación. Justo, también, en la puesta de sol, se había despejado, habían algunas nubes. Cuando fui a ver adelante porqué se demoraban tanto, entró un grupo de personas entre 60 y 70 años, corriendo al barco, con banderas negras como piratas, con caras de malos pero de susto también. Se habían tomado el barco porque estaban protestando por las grandes industrias de pesca que les quitan todo el pescado que ellos podrían pescar. Llegaron los pacos, la Marina y estuvimos 2 horas o más esperando a que se vayan. Entre esas horas, todos los rumores de que nos podrían tener ahí 2 días. Me empecé a preocupar, obvio, no tenía señal y estaba en un Isla, la Emi también se preocupó, pero la Emi tiene esa majestuosidad de darle humor a las situaciones densas. En el barco se empezaron a armar grupos, los jipis que apoyaban a los pescadores, se tratan de hermano y son ruidosos, tienen ukelele que no saben usar, cantando canciones de chichas que no saben cantar, ruidosos, insoportables, floreritos de mesa. NO lo digo por amargada, pero gritaban, se reían fuerte, yo estaba cansada, quería dormir y muchas otras personas también. Solo no era la situación para demostrar que ellos "son" la alegría del lugar. Estaban también los señores que le ponen más carbón al fuego, haciendo videos "selfies" para las autoridades del puerto, exigiendo cena gratis y que lleguen pronto para firmar lo que pedían los pescadores. Estaban los franceses que son hediondos, hediondos, hediondos, nunca lo había vivido tan de cerca, las cagaron los franceses. La cosa es que eran solo cuatro jóvenes y dejaron el barco hundido de mal olor. Finalmente estaban los viejos serios, que no querían nada con nadie y se sentaban a leer, probablemente chatos de la situación y entendiblemente cansados. Yo creo que caíamos en la categoría de viejos serios, porque somos tan viejas... y tan serias....

Finalmente la barcaza zarpó a las 10 de la noche, celebramos un segundo y volvimos a nuestros asientos a jugar cartas. La Emi me dijo que soy tramposa, pero no soy y tampoco soy picota. Dejo eso ahí no más. Después la Emi se quedó jugando con mi celular y a las 1 de la mañana me vino el cansancio emocional, físico y espiritual de haber estado casi dos días viajando sobre el mar. Cuando llegamos a Puerto Chacabuco, en sacar las mochilas, esperar a que se bajen los de adelante, etc... tomamos un bus a las 3 de la mañana para llegar a Coyhaique, llegamos a las 4:45. Nuestra idea era dormir en un hostal para no despertar al Arturo, quien es un amigo de la familia de la Emi que nos recibe aquí. No sé en qué estábamos pensando cuando decidimos buscar un hostal a esa hora así que llamamos al Arturo y dijo que nos vayamos para allá, su casa quedaba a mil quinientos pesos en taxi desde la plaza de armas, así que tomamos un taxi y nos fuimos para allá. A esas alturas mi cansancio se había ido, me preocupé de que lleguemos bien a su casita. Llegamos, nos recibió muy amablemente y nos acostamos tan cansadas que hasta nos costó quedarnos dormidas, muertas de frío, pero tan felices. De a poquito empezamos a irnos al mundo de los sueños y paf! Amanecimos como nuevas, queriendo recorrer todo este hermoso lugar. 

Chiloé cosas

Bueno y le pregunté a la Vale si podíamos acompañarla a clases de Taekwondo. La acompañamos. Era muy difícil y era una clase para gente avanzada, estaba muy perdida, pero fue rico hacer ejercicio. Al final de la clase la Vale me pegó dos veces en el brazo y todavía tengo el moretón, me dolió mucho, pero me dio risa. A la Emi le pegó en las costillas una patada gigante y todas nos asustamos porque la Emi nunca exagera, pero después se lo tomó con humor porque la Vale es súper bruta y chistosa. Después de la clase me dio uno de los antojos agresivos por papas fritas con ketchup así que tuvimos que ir a buscar por las calles de Castro, encontramos un lugar donde casi me echan porque eran puros gordos picaos a jipis que me culparon por botar basura innecesaria. Lo que pasa es que pedí papas para llevar y me miraron feo porque los envases para llevar son malos para el medio ambiente. Cómo voy yo a ser inconsciente de eso!!! Paso todos los segundos de mi vida consciente de eso. Los odié y lo peor era que las papas estaban exquisitas. Después cuando nos estábamos yendo, la Alicia, una amiga bailarina de la Vale la llama para juntarnos a tomar michelada, a Michelle Adams no se le puede decir que no.

El día siguiente hizo mucho frío, la Vale se quedó atendiendo pacientes de acupuntura, entonces con la Emi fuimos a comprar carne e hizo carne al vino tinto con papas, quedó como master chef en la casa de la Vale, estaban tan contentas.

Después el miércoles fuimos a recorrer Castro con la Emi, caminamos harto, por la calle Pedro Montt, donde están todos los palafitos. Nos metimos a un bote para navegar la bahía de Castro. Me encanta sentir que me despego un rato de la tierra, ahora soy agua, mínima en el agua, pero grande, siento el viento y me siento viva junto al mar. Es nuestro segundo viaje en bote con la Emi, el primero fue en Concepción, ese día hacía tanto frío, pero fue tan lindo, después al llegar a la casa con la narices rojas, nos hicimos una tortilla de papas exquisita. Ahora en Chiloé nos fuimos a la feria artesanal, compré imanes y lanitas para mis abuelos y papás. Con ya tocar un chaleco era comprometerse para comprarlo así que prefería mirar de lejitos, aunque si hubiera tenido harta plata me los hubiera comprado todos para regalarle a toda mi gente. Queda pendiente en mi cabeza tejer así de bien para este invierno.

domingo, 4 de febrero de 2018

Una foto

El viento me abraza, me renace, me suelta el pelo, la ropa y sonrío sonrío sonrío

Mata

Pensé en mi pseudonimo... Prístina Mata.

Fuimos a cucao, la playa me provocó una sensación entre magia y horror. Estábamos ya en mar abierto. La olas eran gigantes, fuertes y venían de lo más profundo. Al mar lo respeto y es lo más hermoso del mundo, amo con todo mi corazón al mar y quisiera todo mi cuerpo ser parte de el, pero hoy me asustó. Había una bruma encandilante y penetrante, la arena te quería comer y me sentí como un pollito perdido en el mundo. Sentí la enormidad de la tierra y con todo mi miedo la amé mucho más y le pedí al cielo irme... pero también le pedí al mar quedarme.


sábado, 3 de febrero de 2018

Llegando a Chiloé

Hace años que no respiro en esta isla. Hoy me encuentro en ella, profundamente en calma. Tranquilidad hasta la yema de mis dedos. No traje mis lentes, veo los puntos como comas y cada detallito esta borroso en mi. Disculpen mis errores. Partimos ayer a las 20.15 horas. El terminal estaba llenísimo de gente. Habían muchas cosas pasando y nosotras, con dos mochilas mochileras de veinte kilos cada una, carpa, colchonetas, sacos de dormir, más mochilas, carteras y comida. Eramos un desastre y nadie nos quitaba la sonrisa. Miré a la Emi con ojos grandes cuando escuche el motor del bus y mantuve la sonrisa hasta que caí muerta dormida. La Vero nos hizo unos pancitos muy ricos del mejor filete del mundo, según la Emi, con queso y en pan de hallulla, nos comimos uno antes de dormir y otro cuando estábamos ya en el ferri navegando a Castro. Llegamos a Ancud primero y de Ancud a Castro son unas 2 horas más o menos. Fue muy largo el viaje, 18 horas en total. Cuando nos bajamos del bus, la Vale nos encontró, estaba su mamá Pati esperándonos en un pequeñito auto azul. Fuimos a la casa de la Vale, que queda literalmente en la punta del cerro, dejamos nuestras cosas y nos fuimos directo a la feria. La feria era cerrada, con techo, escaleras y casi como un mall. Probé unas cosas exquisitas, una mezcla entre apio y nalca, con la raiz media rosada. Era un poco jugoso, ácido y adictivo. También probé el helado de murta. Caminamos un rato por la plaza, por la pileta de La Pincoya, nos reímos de sus historias, caminamos, la Vale nos mostró las casas de sus familiares y después volvimos al auto para ir a almorzar.
La Vale es la amiga hermana de la Emi, es muy loca, es muy entretenida y no para nunca de hacer cosas. En Santiago va para arriba y para abajo con su fiel bici y toma clases de todo lo posible. Es bailarina, coreógrafa, masoterapeuta, acupunturista, toma natación y lo último que supe es que también va a cross fit. Ahora lo primero que nos enteramos cuando llegamos a Castro fue que la Vale ayer había llegado cansadísima a la casa porque tomó clases de taekwondo y hoy después de almuerzo con su mamá partieron a la piscina a hacer ejercicio. Con la Emi nos quedamos durmiendo un rato porque el viaje nos dejo solo un poco agotadas.
En el almuerzo comimos salmón con curry que estaba delicioso, papas, un pedazo de carne y ensalada de eso que era entre mezcla de apio y nalca, ah y tomates cherry, los muy favoritos de la Emi. La Vale apagó la tele y puso una playlist de spotify que se llama "Calma bestias," es una playlist que creó con la Emi para que ambas de tranquilicen antes de hacer cualquier tipo de impulso del que después se podrían arrepentir, o solo para calmar su intensidad con más intensidad. Solo con canciones de casi puros Requiems, Beethoven, Mozart, la música de V de Vendetta, Tui Sum, etc... Se sabían coreografías de casi todas las canción. Suspiraban como las viejas del teatro que se juntan en cafés escondidos súper caros a hablar de la segunda parte de la ópera de no sé qué. Es tan entretenido escucharlas. Yo también amo mucho, mucho esa música, pero me sentí como en una película de Almodovar con la Vale suspirando casi que a gritos, comiendo salmón y la Emi hablando de algún tema, como por ejemplo del salmón, pero cada cierto tiempo una pausa y sus ojitos de placer escuchando su parte favorita de cada canción.
Después llegó su perrito, Jakim, no sé como se escribe. Es un perrito salchicha demasiado amoroso. Le sacó una patita a un grillo en la mañana y no para nunca de hacer "tik, tik, tik" con sus patitas.
Ahora la Emi está durmiendo porque le duele un poco la guatita y yo me quedé con ella, estamos cansadas. La Pati y la Vale se fueron a la piscina. Mañana vamos a la playa de Cucao. Estamos muy bien y emocionadísimas.

Lisboa

Lisboa fue un suspiro, incluso más rápido, más poético y más profundo que un suspiro. Lisboa fue un paréntesis en el tiempo, un fado encont...