viernes, 30 de marzo de 2018

Futaleufú

Por los veintes de Febrero

Nos quedamos en Futaleufú tres días. No sé como explicar el deseo y el terror que me provocan los ríos. Admiración, poder y ganas de salir corriendo, de gritar hasta rajarme el pecho. El primer día recorriendo, quisimos llegar a una playa del río espolón, nos metimos sin querer a un recinto privado de un hotel, pero la dueña nos dijo que nos podíamos bañar, porque no habían llegado huéspedes aún. Estábamos solas en una playa hermosa. El agua transparente. Los ríos me provocan vida. Me saqué la parte de arriba del bikini, la Emi se sacó la parte de arriba y de abajo. La libertad y todo lo que eso significa. Fue de los momentos que me provocarán felicidad cuando sea viejita, que probablemente me harán llorar de emoción. Nunca me había sentido tan entera. No importaba nada, solo estar ahí, sentir el agua, reírnos, jugar. Estar con la persona que más amas en los lugares más lindos de este mundo, cobra significado todo y nada y vivirlo es lo único que importa.

El día siguiente nos metimos por unos arbustos, donde nos guío un perrito de patas cortas. Entramos por ahí, colgándonos de los árboles y llegamos al lugar, definitivamente, más maravilloso. Era la playa de Lolos del río espolón. Nos quedamos mudas cuando lo vimos y le pregunté a la Emi si es que era lo más lindo que ha visto en su vida. Nos sentamos ahí contemplando los colores y el río y todo los alrededores perfectos. Estábamos cubiertas por sauces, la orilla del río era transparente y al fondo era de un celeste que existe solo ahí, que el río se inventó esa tonalidad y se la dejó. Contemplando todo eso, llegaron unos chicos en kayak que justo pararon en una roca gigante que había al frente de nosotras. Era una roca para tirarse piqueros. Le preguntamos al instructor si es que era seguro cruzar nadando y nos dijo que si, que partiéramos un poco más a la derecha y la corriente nos llevaría. Entonces la Emi fue primero, a mi me daba un poco de susto cruzar. Cruzó y estuvo mucho tiempo decidiendo si es que se tiraba o no. Cuando decidí cruzar, subí la roca, era alto, era súper alto, pero sin pensarlo me tire y me gustó tanto que lo volví a hacer. La Emi saltó finalmente y un chico que estaba ahí la garbó con su cámara go pro. Eran todos muy chistosos y amables. Fue de los mejores días de mi vida, también.

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